La mujer de Juan le critica siempre que no hace nada, que está siempre en el sofá sin ayudar en nada, y que siempre que le pide algo lo hace 2 días después. Ella le dice constantemente que no se da cuenta que ella hace la comida, limpia, ducha a los niños, los pone en la cama, compra y además trabaja, y que ella también está cansada cuando llega a casa. Ella le etiqueta de pasota, que va a su olla y que es un egoísta porque no piensa en ella. Ella ve egoísmo. Aquí viene la pregunta clave. ¿Qué ve ella de sí misma en Juan? Puede ver 2 cosas: o que ella és egoísta o todo lo contrario, que ella no se permite pensar en sí misma. Entendiendo esto, si quisiéramos “sanar” el patrón, la invitación no es (o si, cada uno decide ;-)) a hacer lo mismo que el otro para poder “integrar” aquella parte pasota de nosotros que no aceptamos. ¿Qué pasaría con los niños? ¿Vamos a ir sucios? Cuando comemos?
Ver esto nos invita a Amar esa cualidad que vemos en el otro. A Abrazarla y recuperarla en nosotros. A darnos cuenta que eso que rechazamos no es “malo”. Lo hacemos “malo” porqué nosotros no podemos aceptarlo. Ver esto nos invita a dar un salto al vacío y vivir aquellas situaciones de otra manera. Quizás sigamos haciéndolas, o quizás no, pero desde luego no vamos a sufrirlas. Ver esto nos invita a ser nosotros mismos, no nuestro personaje que quiere definirse como una persona superresponsable frente al otro que es superirresponsable, creando así una división ilusoria. Amar y Abrazar esa cualidad que rechazamos nos libera. Nos permite poder ver al otro sin reaccionar al “el” (a nuestro espejo) y poder ver que allí hay algo para mí.
Si en vez de reaccionar a Juan entiendo que me estoy viendo en él, y que eso a lo que reacciono es a mí mismo, me da un espacio no reactivo en el que respirar, observar, estar, Sentir y actuar desde otro sitio muy distinto. Me responsabilizo de lo que siento, de lo que soy, y tomo las riendas de mi vida y de mis acciones.